Existe una niebla de secretismo en torno al negocio editorial en España. Los estudios mensuales de Nielsen que miden el número de ejemplares vendidos nunca son públicos o no del todo públicos. Las editoriales redondean y son imprecisas cuando se les pregunta por la tirada de sus best sellers. El Gobierno no mide (o no publica) los ingresos que generan los libros como sí hacen con las películas. Y, en el mercado digital, las grandes plataformas que centralizan la venta digital (Amazon, Google…) se guardan la información sobre la demanda. ¿Por qué? ¿Para esconder que el mercado es más pequeño de lo que pensamos? ¿O justo por lo contrario?
Por ahora, da igual. Importa que Libranda, una empresa dedicada a la distribución electrónica y al desarrollo tecnológico para editoriales y librerías, ha elaborado suInforme anual del libro digital de 2015, «el más ambicioso» de los que ha elaborado hasta ahora, según sus responsables. El estudio de este año es, además,el primero que tiene difusión pública tras seis años.
¿Origen de la información? El tráfico que Libranda dirige a través de sus redes de distribución. ¿Ámbito? El negocio editorial en España (incluyendo la actividad en todas las lenguas oficiales y extranjeras) y el conjunto de la actividad en lengua española en el mundo. «Hay que hacer un esfuerzo por dar actualidad al libro electrónico, por darle visibilidad. No hay grandes campañas de publicidad ni un afán por hablar del libro electrónico», explican Arantza Larrauri y Gemma Monés, responsables de Libranda.
¿Cuánto se vende?
Primer dato relevante: la venta de libros electrónicos generó en España 30 millones de euros durante 2015, mientras que el volumen del negocio del papel llegó a los 900 millones de euros (están exluidos los libros académicos, técnicos y las autoediciones). La cuota de mercado, por tanto, se queda en el 3%.
Después de, al menos, siete años hablando de e-books e e-readers… no parece gran cosa, ¿verdad? «El porcentaje es parecido al que tienen en Francia e Italia, pero mucho más bajo que el que tienen en el Reino Unido (18%) y Estados Unidos (30%), aunque la cifra de en Estados Unidos lleva años estabilizada», explican en Libranda. En España, la facturación digital ha vuelto a crecer después de un parón.
En 2009 todos hubiéramos esperado un crecimiento más rápido, pensábamos que el libro de papel sería, en 2016, algo así como el disco compacto. «No hay un solo factor que explique por qué el mercado crece lentamente», explican los autores del informe. Sin embargo, a lo largo de estos años, todos hemos escuchado un argumento imposible de cuantificar y que sostiene que al lector, en realidad, no le gusta el libro electrónico. No le gusta como objeto ni como experiencia, no le gusta a este precio ni le gusta en la formulación contractual habitual.
¿Qué pasa con la piratería?
Aquel camino nos lleva a la piratería: la prueba de que el problema no es el formato está en los estudios de hábitos culturales del Gobierno, que dicen que el 11,8% de los españoles lee en pantallas, preferentemente o en exclusiva, y que el 8,7% lee en los dos formatos. ¿Qué ha pasado aquí entonces? Ha pasado el consumo ilegal de literatura en la red.
El estudio de Libranda sugiere que el vacío que va del 3% de cuota de mercado y el 19,9% de preferencia de los lectores podría ser la pista buena para medir el impacto de la piratería. Pero sus responsables tampoco tienen mucho interés por cuantificar el lucro cesante que causan las descargas ilegales.
«Lo que nos interesa», explica «es crear iniciativas destinadas a canalizar esa demanda de libros en formato digital y llevarla a un cauce que sea legal».
Y ahí está el problema de la oferta. Según el estudio de Libranda, el 27,5% de las editoriales no quieren poner su catálogo en el escaparate digital. ¿Por qué? Porque consideran que digitalizar es abrir la puerta a la piratería. En Libranda sostienen que ocurre lo contrario: «No poner una oferta legal es lo que lleva a la descarga ilegal.
¿Quién vende libros electrónicos?
Respecto a la oferta: el 59,7% del mercado digital en lengua española se factura en España, se dirige a editoriales españolas. El 14,8%, va a México, el 12,4%, a Estados Unidos… Argentina, la tercera potencia tradicional de la literatura en español, está casi ausente de este mercado.
Más delicado es el asunto de los canales de distribución. ¿Dónde hacemos las compras? El 79,7% de las veces, en grandes plataformas de venta en internet como Google o Amazon; el 13,3% de las veces, en las marcas digitales de las cadenas de librerías tradicionales (FNAC, La Casa del Libro, El Corte Inglés…); el 3,4%, a través de librerías independientes; el 2,4%, en plataformas de distribución (clubes de lectura y similares); y el 4,7% de las veces, no compramos sino que sacamos los libros digitales prestados de las bibliotecas.
Nos interesa el 3,4% de «las librerías independientes». Muchas veces se ha visto con antipatía el libro electrónico porque se intuye que va a acabar con el «ecosistema del libro», aplastado por Amazon y similares. «En España hemos conseguido que las librerías independientes se impliquen y se unan. También hemos conseguido activar el canal de las bibliotecas. El porcentaje de sus ventas puede parecernos pequeño pero es real. En otros países no ocurre», cuentan en Libranda.
¿Y qué se vende?
Lo que se sabe de la demanda también es divertido. El informe de la distribuidora incluye una lista de los 100 libros más vendidos del año en formato digital, de los 100 autores más demandados y de los géneros con más público.
¿Quién manda? Entre los géneros, el podio lo ocupan la ficción contemporánea (24,8% de las ventas), novela romántica y erótica (22,6%) y novela policiaca y de suspense (9,4). Entre los autores, tenemos a Megan Maxwell, E.L. James y Ken Follett. Y, entre los títulos, ganan la serie de Grey, seguido por La chica del tren, de Paula Hawkins y El amante japonés de Isabel Allende.
¿Y quién es Megan Maxwell, que nunca la sacamos en los periódicos ni en las revistas de crítica? Una autora española de novelas románticas que cuela 14 títulos entre los 100 más demandados. Y nosotros, casi sin enterarnos.
«El tipo de libros que se venden en el mercado electrónico es muy parecido al del mercado de papel», explican en Libranda. «La única diferencia es que el género romántico tiene más éxito en digital». ¿Alguna explicación? Ninguna verdaderamente seria, aunque hay un dato real: la novela romántica es barata. Ele-book amoroso costó 5,81 euros de media en 2015 (sin IVA), mientras que la novela «sin género» costó 8,57 euros.
¿Un precio justo?
Falta abordar el asunto del precio. Cuando aparecieron los primeros libros electrónicos, se extendió la percepción de que el precio era muy elevado, sobre todo, en comparación con los libros físicos. Hacia 2010, la referencia que se empleaba era la del 75%: un libro de papel que costase 10 euros, saldría al mercado digital por 7,5.
Algo de razón había, si se considera que el precio medio del libro electrónico ha bajado en España desde los 9,69 euros de 2010 hasta los 6,2 euros de 2015… siempre sin considerar el IVA y su subida, que en parte ha motivado el abaratamiento y en parte lo ha anulado.
Los precios, sostienen en Libranda, ya no se deciden en relación con el precio del libro de papel, sino en función de los cálculos de demanda. Los libros «de fondo», los que no están en la mesa de novedades, son hasta un 50% más baratos que sus hermanos de papel.
¿Y es ése un precio justo? ¿Es razonable el retorno que recibe un editor por cada euro que invierte en vender libros digitales? ¿Hay más margen de beneficio en vender copias inmateriales de las novelas? «El retorno para el editor es algo menor, pero es muy difícil cuantificarlo y depende de cada caso».